Para aquellos que no la conozcan, la Ley de Moore nos dice que la cantidad de transistores que pueden colocarse en un circuito integrado se duplica aproximadamente cada 18 meses; el nombre de esta ley viene del cofundador de Intel, Gordon E. Moore. Ahora bien, los transistores son la base de cualquier dispositivo electrónico hoy en día, y centrándonos en los procesadores de computadora, veremos que actualmente están compuestos de miles de millones de estos transistores, que en la actualidad andan en 22nm con los procesos de producción más modernos. Pues bien, ahora resulta que la Ley de Moore está cercana a romperse (bueno, en unos cuantos años), pues un grupo de investigadores han logrado producir un transistor de un sólo átomo: usando un microcoscopio de efecto túnel y litografía resistente al hidrógeno lograron colocar un átomo de fósforo precisamente entre dos terminales de silicón muy delgadas, lo que les permitió medir su comportamiento eléctrico.
Hay dos cuestiones que saltan a la vista: la primera es que llegamos al límite de la miniaturización; es decir, un transistor de un sólo átomo es lo más pequeño a lo que la tecnología de estado sólido puede llegar; la otra es que esto podría ser el inicio de nanotecnología que pudiera ser adquirida en un futuro cercano por mortales comunes como tú y yo, y no tener que ser un físico con PhD para poder tener acceso a ella.
Eso si, como todo descubrimiento de punta, no esperes ver esto mañana, ni pasado, ni en varios años en tu escritorio: un problema es que el proceso requiere temperaturas extremadamente bajas para que el átomo no se mueva del lugar donde se puso: 20 milikelvins, o lo que es lo mismo, -273 grados celcius. La Ley de Moore está a salvo por unos años más, al menos hasta que este avance pueda usarse abiertamente. Sin embargo, limitaciones técnicas aparte, es un avance impresionante.