Ha pasado un buen rato después de mi última reseña, así que ya es hora de otra. Como lector (casual) de ciencia ficción, y supongo que sucede en otros géneros, de vez en cuando mientras se lee un libro y se comenta con otras personas, hay ciertos títulos que salen con la clásica pregunta “¿Has leído X libro?“. No sé ustedes, pero en mi caso, ese “X libro” siempre fue El Juego de Ender. Y por alguna razón no lo había leido. Y es que desde hace años un buen amigo me recomendó leer lo que pudiera encontrar de Orson Scott Card, el autor de este libro, y a decir verdad, no estaba nada, nada equivocado, y honestamente siento cierto arrepentimiento de no haberlo leido antes.
Pues bien, vayamos a la reseña: el Juego de Ender se sitúa en el futuro, con una civilización que ha sufrido el embate de una raza alienígena conocida como los insectores, y que se preparan para un posible nuevo intento de invasión. En el pasado fueron repelidos por el mejor estratega militar que habían conocido, de nombre Mazer Rackham. Pero en la actualidad, para poder hacerle frente a este nuevo intento de invasión, entrenan futuros comandantes desde que son niños, haciéndoles un seguimiento desde que nacen. Andrew “Ender” Wiggin es uno de estos niños a los que entrenan en una serie de juegos y luego en simulaciones en la Escuela de Batalla, para determinar quién los podrá salvar de los insectores en el futuro.